El humano es, al parecer, la única especie que se nutre de la leche de otras especies. Esto no siempre ha sido así. El uso de la leche, o derivados de la leche, no se ha producido antes de la domesticación de ganado. En Polonia han encontrado restos arqueológicos que contienen moléculas de grasa de leche con una antigüedad de 5.500 años A.C., es decir, hace aproximadamente 8.000 años se empezó a recoger la leche de los animales.
En el viejo Egipto ya se producía queso, como muestran jeroglíficos de hace más de 4.000 años. ¿Pero, cómo descubrieron el queso? Hacer queso no es un procedimiento sencillo si no tienes los conocimientos y los materiales adecuados. Según una de las teorías el queso ha sido descubierto, como tantas otras cosas, por pura casualidad. Para transportar líquidos se empleaban pieles y tripas como contenedores. Después de una larga marcha la leche en uno de los contenedores se convirtió en un líquido más transparente y una masa blanda y blanca. Este fenómeno sólo se daba en una tripa de ternera y no en otras tripas o contenedores hechos de piel. Así que, para hacer esta pasta blanda (algo parecido a nuestro queso de Burgos) echaban queso en una tripa de ternera y lo llevaban de camino. Este queso, una vez salado, aguantaba más tiempo que la propia leche y pesaba menos.
Cierto o no, la historia tiene su encanto. Lo que sí es cierto es que los romanos ya consideraban el queso como un alimento importante. Aquellos romanos que se lo podían permitir tenían careales o cocinas dedicadas a la producción de queso.